En el trascurso de historia, las vacunas han sido avances en la medicina moderna, antes de la era moderna de las vacunas de la niñez, los padres se habrían sorprendido al pensar que las generaciones futuras podrían proteger a sus hijos de muchas de las enfermedades infecciosas más graves en niños.
Después de todo, hubo una época en que la difteria era una de las enfermedades infantiles más temida, cobrando más de 50,000 vidas al año en el mundo durante los años de 1920. En los años de 1940 y 1950, la poliomielitis paralizó e incluso mató a miles de niños. En determinado momento, el sarampión afectó a casi medio millón de niños en Estados Unidos cada año. Casi todos en los Estados Unidos lo tuvieron en algún momento de su infancia, y algunas veces ocasionaba complicaciones como la neumonía y la encefalitis. Afortunadamente, los tiempos han cambiado.
En la actualidad, la mayoría de niños viven vidas mucho más saludables y los padres viven con mucho menos ansiedad y preocupación por las infecciones de la infancia. Aun así las vacunas son un desarrollo relativamente reciente. Hace apenas más de 200 años en el Reino Unido, Edward Jenner observó que algunas mujeres que ordeñaban vacas parecían estar protegidas de la viruela si ya habían sido infectadas por el virus mucho menos peligroso que ocasionaba la viruela bovina. En 1796, Jenner realizó un experimento, raspando el brazo de un niño de 8 años llamado James Phipps con material de una llaga de la viruela bovina en una de estas mujeres que ordeñaban vacas. Luego repitió el mismo experimento, pero esta vez agregó una pequeña cantidad de viruela al mismo niño. Él esperaba que el procedimiento inmunizara al niño contra la mortal infección de la viruela. De hecho, lo hizo. El experimento de Jenner inició la era de las vacunas.
El siguiente avance importante ocurrió casi 100 años después cuando el Dr. Louis Pasteur, demostró que la enfermedad se podía evitar al infectar a los humanos con gérmenes debilitados. En 1885, el Dr. Pasteur utilizó una vacuna para prevenir con éxito la rabia en un niño llamado Joseph Meister que había sido mordido por un perro con rabia. Para la mitad del siglo 20, se había obtenido un progreso regular en las vacunas. El Dr. Jonas Salk y el Dr. Albert Sabin, lograron lo que se conoce como los avances más importantes, ellos desarrollaron la vacuna de poliomielitis inactiva y la vacuna de poliomielitis activa, respectivamente. Sus descubrimientos han salvado a un número incontable de niños en todo el mundo de la poliomielitis, una enfermedad que con frecuencia deja a los niños amarrados a una silla de ruedas o muletas de por vida.
En la actualidad, las vacunas son una de las historias de éxito de la medicina moderna. La viruela se declaró erradicada del mundo en 1977. La poliomielitis se eliminó oficialmente de los Estados Unidos y del resto del hemisferio occidental en 1991. Mientras que se reportaban de 13,000 a 20,000 casos de poliomielitis cada año en los Estados Unidos antes de la disponibilidad de la vacuna, ¡no se reportó ningún caso en el año 2000! A pesar de que hubo 12,230 muertes a causa de la difteria en los Estados Unidos en 1921 (mucho antes de la disponibilidad de la vacuna), solo hubo 1 caso de difteria reportado en 1998, explica el Dr. Alberto Davidovich, Director Médico de Emerger.
La lista de enfermedades graves que se han erradicado o cuyas cifras se han reducido dramáticamente por las vacunas, continúa aumentando, desde las paperas hasta el sarampión, desde la rubéola hasta el tétano.
En la actualidad, los especialistas concuerdan que exactamente cómo terminará la pandemia de covid-19 depende en parte de los avances médicos aún por venir. Personas de todo el mundo han depositado sus esperanzas en el desarrollo de una posible vacuna contra el nuevo coronavirus, como si fuera la luz al final del túnel. Y con razón: las vacunas siguen siendo nuestro principal escudo contra las enfermedades infecciosas. La emergencia sanitaria más importante de nuestra época ha impulsado como nunca la colaboración científica global en tan solo cinco meses.
La pandemia de covid-19 no es la primera y seguramente no será la última. «¿Es posible que la posteridad pueda creer estas cosas?», se preguntó el poeta Francesco Petrarca en el siglo XIV. «Porque nosotros, que las hemos vivido, casi no podemos creerlas». Durante los últimos trescientos años, el mundo ha sufrido al menos diez pandemias de gripe.
Hoy existen más de 25 y muchas más en investigación como las vacunas contra el VIH y la malaria.
Como la caída del muro de Berlín, la pandemia de covid-19 es un evento disruptivo cuyas consecuencias a largo plazo aun somos incapaces de imaginar. Para políticos y científicos por igual, representa un salto hacia lo desconocido.
Desde Emerger , la empresa de servicios de salud, Comentan: “en este caso, este virus es tan desconcertante debido a que no sabemos por qué golpea a algunas personas mucho más duro que a otras. No sabemos por qué tiene una amplia gama de síntomas, desde neumonía hasta diarrea, pérdida del olfato, insuficiencia renal y accidentes cerebrovasculares.
Cuando los científicos chinos lograron secuenciar su genoma y compartieron esta información con el mundo el 12 de enero, comenzó la gran carrera. Fue la señal de largada. Virólogos, inmunólogos, biotecnólogos, vacunólogos en cada rincón del planeta se pusieron en marcha para producir una vacuna histórica capaz de preparar al cuerpo para formar un ejército de anticuerpos entrenados para reconocer y destruir al coronavirus al actuar como una fortaleza molecular impenetrable bloqueando la invasión y previniendo el desarrollo de la enfermedad.
Nunca se había visto algo semejante. El plazo promedio de desarrollo, autorización y fabricación de una vacuna suele ser de diez años, o más. Hasta ahora el récord es el de la vacuna contra las paperas que se obtuvo en cuatro.
El impacto y la expansión del COVID-19 hacia todos los rincones del mundo y los efectos que permanecerán en el corto y mediano plazo, son materia ineludible hoy para pensar en cómo construimos nuestro futuro. Más alla de todo, lo que si es un hecho, es que las futuras generaciones sabrán que la nuestra habrá escrito parte de la historia de la humanidad.
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