El 5 de marzo del año pasado, la comunidad de Puerto General San Martín se vio estremecida por un trágico suceso que terminó con la vida de Edgardo Arévalo, un joven de 28 años residente en la localidad y trabajador de la Cooperativa de Trabajos Portuarios. Arévalo perdió la vida tras chocar su motocicleta contra un Ford Ka en la intersección de la Avenida San Martín y Baigorria.
Según relata Emilse, hermana de la víctima, el accidente ocurrió aproximadamente a las 5:15 h de la madrugada. «No pude estar presente en el lugar del hecho porque me enteré a las 6:00 h, pero en mi desesperación lo único que pude hacer fue llamar a mi marido», expresó.
La demora en la llegada de la ambulancia, que tardó casi una hora en responder al llamado, ha generado indignación en la familia. «¿Cómo es posible que una persona se desangre esperando una ambulancia?», cuestiona Emilse.
A casi un año de su partida, la falta de avances en la causa judicial agrava el dolor de la familia. «No podemos conformarnos con que esto quede como un simple accidente. Edgardo venía por su mano, había testigos que lo respaldan», subraya.
La familia clama por justicia y pide que se aceleren los procesos legales: «Exigimos que se haga justicia por el daño que nos ha causado como familia. No descansaremos hasta que la persona responsable responda por sus acciones».
Edgardo Arévalo, recordado como una persona de corazón generoso y una personalidad arrolladora, dejó un legado de amor y solidaridad. En medio del dolor, la familia recibió una carta del “INCUCAI” agradeciendo la decisión de donar, y callando las voces de aquellos que decían que él llevaba alcohol en sangre.
«Estimados familiares de Edgardo Arévalo, el proceso de donación y trasplante nos pone siempre ante dos realidades muy opuestas: una familia que sufre la pérdida dolorosa de un ser querido y, a las pocas horas, una o más familias -pueden ser hasta nueve- que recuperan a uno de sus miembros, que necesitaba de un órgano o tejido para seguir viviendo. Cada familia donante representa una historia llena de dolor, pero también de solidaridad y esperanza. Uno de esos donantes fue Edgardo, que hizo posible la donación de válvulas cardíacas al Banco de Tejidos del Hospital de Pediatría Juan P. Garrahan, para ser trasplantadas en pacientes pediátricos”, expresó INCUCAI.
Ante la dolorosa situación Emilse expresó: «Fue difícil aceptar la decisión, pero nos reconforta saber que su generosidad seguirá viviendo a través de quienes recibieron su donación».
Con el objetivo de evitar que tragedias como esta se repitan, la familia de Edgardo está impulsando cambios en la legislación vigente. Apelan a diputados y senadores para que se establezcan penas más severas en casos de accidentes de tránsito, buscando así hacer justicia y prevenir futuras pérdidas irreparables.
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