Por Maximiliano Pullaro
Ante un nuevo cambio de ministro en la cartera de Seguridad corresponde en primer lugar expresarle mi apoyo y deseos de éxito en su función al Cte. Gral. (r) de Gendarmería, Claudio Brilloni, esperando que esta vez el gobernador Omar Perotti haga lo que tiene que hacer y lo deje trabajar.
Brilloni es una persona que tiene mucho conocimiento de la realidad criminal y del territorio de la provincia de Santa Fe. En el tramo final de su carrera prestó servicio junto a nosotros, haciéndose cargo del Comando Conjunto con las Fuerzas Federales, cuando me tocó conducir el Ministerio de Seguridad en la gestión de Miguel Lifschitz.
Los desaciertos, la improvisación y la falta de un plan estratégico sostenido en el tiempo, hicieron que el gobierno de Omar Perotti abandonara a los santafesinos a su suerte. Sus propios funcionarios reconocen que perdieron el control de la calle a mano de las organizaciones criminales. En parte, esto se debe a que el gobernador intentó pactar con el delito desde el momento en que asumió. No tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas porque cuando se pasa a los presos más peligrosos a pabellones comunes, permitiéndoles que instalen un home office en las cárceles, es una señal de que algo no anda bien.
Santa Fe necesita un plan de seguridad que ordene las prioridades del gobierno, para ordenar a la Policía y darle los recursos de modo tal que sea posible recuperar la calle, con una presencia fuerte y efectiva en los territorios más complejos, donde se concentran la violencia y el accionar criminal. Que consolide la coordinación del accionar policial con las fuerzas federales y la justicia en materia de investigaciones complejas, y que de una vez por todas haga efectivo los cumplimientos de las penas que tanto conseguir para que los líderes criminales estén tras las rejas. El Servicio Penitenciario tiene capacidad para hacerlo, pero falta la decisión política de ejecutarlo.
Revertir esta situación de violencia extrema sin precedentes es sumamente difícil. Los criminales corren la raya todos los días, marcándole la cancha al gobierno con crímenes cada vez más brutales. Por eso creo que si bien es acertada la designación de alguien que tiene mando y conocimiento, el problema no radica en quién está al frente del Ministerio, sino en la pésima conducción del gobernador que vacía de poder a los funcionarios que él mismo nombra en cada una de las áreas. Mientras no haya un verdadero liderazgo con un plan estratégico de Seguridad, lo único que va a cambiar son los nombres.
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