Las mujeres son más pobres. Más pobres son sus salarios, también más pobres sus jubilaciones, y su tiempo libre. Tienen trabajos más pobres, están más subocupadas y más desocupadas, y tienen menos acceso a la seguridad social. De hecho, cuando un varón cobra un promedio de 100 pesos por su salario, una mujer cobra 65,3; una desigualdad que se replica en las jubilaciones: cada 100 pesos que percibe un varón jubilado, una mujer jubilada apenas accede a 65. Si bien las economistas feministas llevan décadas marcando estas desigualdades económicas, son pocas —y desactualizadas— las estadísticas específicas sobre Rosario y la región. Ahí puso la mira la Universidad Nacional de Rosario (UNR) al elaborar el primer informe «Desigualdades de género en números» realizado por la Usina de Datos de la Dirección de Investigaciones Interdisciplinarias a partir de los números publicados en la Encuesta Permanente de Hogares.
El análisis de las estadísticas oficiales del Indec para el Gran Rosario, coordinado por Paula Durán, presenta indicadores socioeconómicos del último trimestre de 2019, considerando la inequidad existente en los diferentes ámbitos: uso del tiempo y distribución de tareas domésticas y de cuidados de niños, ancianos y enfermos, situación ocupacional y brecha de ingreso, el acceso a la seguridad social y la pobreza.
La coordinadora del estudio, conocido poco antes del Día Internacional de la Mujer trabajadora, que se cumple hoy , destacó que al hablar de desigualdades «se toman los datos promedio, porque ni todos los varones son iguales y están en las mismas condiciones, ni todas las mujeres son iguales y están en las mismas condiciones».
Además, la investigadora y cientista política de la UNR agregó que «hay otras identidades de género que no están contempladas en el informe y no porque las desconozcamos, sino porque hasta ahora las cifras oficiales todavía hacen la diferencia varón-mujer, y recién en el censo 2020 está previsto empezar a incorporar la diversidad sexual y los diferentes colectivos de acuerdo a su percepción de género».
Más pobres y desocupadas
Los datos económicos para las ciudades y comunas de la región muestran que la brecha salarial entre los varones y las mujeres alcanza el 35 por ciento, ubicándose 8 puntos por encima del total nacional. Eso, puesto números absolutos significa que por cada 100 pesos que cobra un trabajador varón, una trabajadora percibe 65,3 pesos.
Al explicar esa brecha a la economía feminista vuelve una y otra vez, la investigadora recalcó que «este dato se calcula a partir del promedio de la ocupación principal que tienen varones y mujeres, lo que muestra que ellas son más pobres porque acceden a menos horas de trabajo aunque deseen y necesiten trabajar más porque de ellas dependen las tareas domésticas, porque acceden a puestos de menor jerarquía y más precarios, lo que termina conformando este promedio».
Ese desagregado, se expresa en el análisis del mercado laboral. Mientras que la tasa de actividad para los varones es de casi el 70 por ciento, cae a un 48 por ciento entre las mujeres, una variante que seguramente está influida por la sobrecarga de tareas domésticas y de cuidado de niños, ancianos y enfermos, que recaen sobre las mujeres.
La tasa de empleo replica proporciones similares, con un 64 por ciento para los varones y un 44 por ciento para las mujeres; lo que resulta en una tasa de desocupación que para las mujeres es del 9 por ciento cuando para los varones es del 8,4 por ciento.
Sin embargo, ellas no sólo están más desocupadas, sino también subocupadas —trabajan menos de 35 horas semanales aunque desean trabajar más—. Y en este punto la tasa para las mujeres, que es del 14,6 por ciento, duplica a la de los varones.
El escenario termina mostrando que las mujeres no sólo tienen menos acceso al trabajo en el mercado, sino que además las que pueden hacerlo, llegan a puestos de menor calidad, ya que la proporción de trabajadoras precarias al interior del total de trabajadoras asalariadas (36 por ciento) es sensiblemente mayor que la proporción de varones asalariados precarios (27 por ciento).
Esto no sólo las hace más pobres durante su vida productiva y reproductiva —por cada 100 varones pobres se contabilizan 107 mujeres—, sino también a la hora de tener garantizados sus derechos sociales.
En Santa Fe, las mujeres son mayoría entre la población jubilada (62,5 por ciento); sin embargo, más del 80 por ciento —el doble que los varones— accedió con la implementación de planes de inclusión previsional y moratorias, ya que de otro modo, hubieran quedado excluidas.
A la hora de ver el detalle de los haberes promedio, la brecha también se mantiene en un 35 por ciento. Así, por cada 100 pesos de jubilación que cobra un varón, una mujer cobra 65; un número que también está por debajo del total país (68 pesos).
El ámbito doméstico
Estas condiciones de desigualdad las hacen también más pobres de tiempo, y así ya lo había marcado la Encuesta de Usos del Tiempo de Rosario, elaborada en 2010. El 13,13 por ciento de las mujeres son pobres de tiempo, cuando los varones lo son en un 7,44 por ciento.
Para los investigadores, los orígenes de muchas de estas desigualdades económicas no son más que consecuencia justamente de esa disparidad también en el uso del tiempo y la dedicación al ámbito doméstico. Sucede que de cada cuatro personas que asumen las tareas del hogar, tres son mujeres.
Y mientras que las mujeres destinan un promedio de más de cinco horas diarias a los cuidados y labores domésticas, los hombres apenas lo hacen una hora y 35 minutos.
Fuente La Capital
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