Alvaro L. tiene 18 años, trabaja y, como a todo pibe, le gusta divertirse. El último sábado fue a una multitudinaria fiesta de disfraces en Roldán, que se desarrolló sin sobresaltos. Pero a la salida, le tocó vivir una pesadilla. Una patota le descerrajó un piedrazo en la cabeza que le produjo un serio traumatismo de cráneo, y quedó solo, al amanecer, tendido, lastimado y casi desnudo, porque en su indefensión, los agresores aprovecharon para robarle hasta lo que tenía puesto.
Alvaro fue el sábado a la noche a la conocida Fiesta de Disfraces Roldán, organizada por el Centro Cosmopolita Unión y Progreso. Lo hizo con varios amigos, eran siete muchachos y otras tantas chicas de Serodino, localidad donde reside. Contrataron una combi para viajar más seguros y garantizarse el retorno todos juntos.
A la salida, y según narraría después a sus padres, los chicos fueron a buscar el utilitario. Pero en cercanías de Santa Rosa y ruta 9, donde estaba parado el vehículo a varias cuadras del predio de la fiesta, se produjo un intercambio de palabras, quizás agresiones, con un grupo de jóvenes que iba por la vereda opuesta, uno de los cuales les arrojó una botella, que impactó en uno de los dos amigos de Serodino.
Tal como se lo relató a sus padres, ese incidente quedó saldado y el grupo contrincante se retiró.
Frente a una patota
Pero a poco de andar, «una patota como de 20 muchachos se les fue encima», narró su madre. El grupo de Alvaro se desbandó, él logró parapetarse en el interior de una escuela, pero los alcanzaron. Alguien le arrojó en la cabeza un objeto muy contundente (puede haber sido una piedra grande, o un ladrillo, o un adoquín) y le produjo una herida de seis centímetros. Eran aproximadamente las siete.
El muchacho cayó al suelo y se tapó la cabeza para amortiguar más golpes. Pero entonces lo despojaron. «Le sacaron los pantalones, la remera, la gorra, las zapatillas, el celular, todo», contó el padre.
El amigo, que en la diáspora se había refugiado con él, dio pelea, pero no la sacó barata tampoco. De acuerdo a lo informado por el Ministerio Público de la Acusación, también sufrió lesiones, aunque de menor consideración.
Alvaro fue trasladado primero al hospital local. De allí lo trasladaron a un centro asistencial privado de Rosario, donde permaneció varias horas en la guardia, se le hicieron los primeros diagnósticos por imagen y recibió la atención de un neurocirujano. Pero al final, por decisión de sus padres, fue internado en el Sanatorio de la Mujer de Rosario.
Hundimiento de cráneo
El director médico de ese centro de salud, Eduardo Ontivero, relató a LaCapital que el paciente ingresó a las 17.40 del domingo con una herida cortante en la cabeza y un «traumatismo y hundimiento de cráneo en el sector témporo parieto frontal»
El profesional lo explicó más cabalmente al llevarse las yemas de los dedos a un costado de la frente. «No perdió el conocimiento, está estable y será sometido entre el jueves y el viernes a una intervención quirúrgica para reconstruir el nivel óseo y ponerle una placa. Mientras, está en sala para prevenir cualquier complicación».
Diálogo con los padres
En los pasillos del sanatorio, muy cerca de la habitación donde buscaron preservar a su hijo de la prensa y las miradas curiosas, Herman y Andrea, los padres del muchacho, dialogaron con este diario. «Me llamaron a las 8.15 del hospital de Roldán diciéndome que Alvaro estaba internado. Me asusté, pero no dimensioné lo que había pasado, tanto que me fui con ropa para traerlo a casa», contó la madre, quien encontró a su hijo «sedado, con vendas y dolor».
Después de narrar el periplo que los llevó finalmente al sanatorio rosarino de San Luis y Pueyrredón, Andrea, que es docente y cuida las palabras que va a usar, reflexionó: «Yo no tendría que estar acá, tendría que estar en casa con mi hijo. Hoy me veo aquí, como una víctima más de las que vemos en la televisión, y agradeciendo al menos que está vivo».
Y Andrea acotó: «Quiero ser cuidadosa y no juzgar, ni menos prejuzgar, pero quiero interpelar a las autoridades, a los organizadores, a las fuerzas de seguridad, y hasta a los responsables de las traffic que llevan a los chicos, que debieran velar por la seguridad de sus pasajeros y no quedarse en la comodidad de encontrar un lugar de donde salir más rápido».
Saña y malicia
Sin perder la calma, pero acentuando su preocupación, la mujer prosiguió: «Soy docente, sé que algunas veces el alcohol y la droga hablan por los adolescentes. Pero esta saña, esta malicia tienen que llamar la atención de todos los adultos responsables». Para ella, tiene que haber «alguien que responda» por lo ocurrido.
El caso recayó en la Fiscalía de Flagrancia en turno, a cargo de Enrique Paz. Fuentes del MPA consultadas por La Capital informaron que se solicitó relevamiento de cámaras de seguridad y que hay tres personas sindicadas como posibles autoras de la agresión, las que ayer seguían como NN, aunque hay medidas para identificarlas.
Los padres de Alvaro aseguran que existe una moto que está muy bien identificada, y que la policía recibió una descripción clara, de parte de su hijo, de uno de los agresores. Al cierre de esta edición, aún no se habían reportado más novedades.
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