Fue en la plataforma de hielo Amery. Tiene 8 veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires.
Tiene una superficie de 1.600 kilómetros cuadrados, equivalente a multiplicar la Ciudad de Buenos Aires por ocho, su grosor estimado es de unos 210 metros, y contiene 315.000 millones de toneladas de hielo. Esas son las dimensiones del iceberg que acaba de desprenderse de la plataforma de hielo Amery, en la zona oriental de la Antártida. Según afirma BBC Mundo, se trata del bloque de hielo más grande que se desprendió en esa región del mundo en los últimos 50 años.
El desprendimiento ocurrió el 25 de septiembre, pero se conoció este lunes a través de la cuenta de Twitter del Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea, que trabaja junto a la Agencia Espacial Europea.
Helen Fricker, glacióloga del Instituto Scripps de Oceanografía y una de las autoras del hallazgo del desprendimiento, sostuvo que este tipo de evento no está relacionado con el cambio climático, sino que ocurre naturalmente cada entre 60 y 70 años. El último gran desprendimiento desde Amery, según informó BBC, se produjo hace 60 años: fue un iceberg de unos 9.000 kilómetros cuadrados.
«Este evento es parte del ciclo normal de la plataforma de hielo y, aunque hay mucho de qué preocuparse en la Antártida, todavía no hay motivo de alarma para esta plataforma de hielo en particular», dijo Fricker en la cuenta de Twitter del Instituto Scripps.
Amery es la tercera plataforma de hielo más grande de la Antártida. Esas plataformas de hielo flotante se forman en las zonas en las que la capa de hielo antártico se encuentra con el océano. No inciden en el posible aumento del nivel del mar porque ya están flotando: ese incremento se produce cuando se derrite hielo sobre tierra firme.
El iceberg desprendido, que los científicos designaron «D-28», estaba en la zona occidental de Amery y era parte de un sistema de grietas ubicado en la parte delantera de esa gran plataforma antártica. «D-28» compartía una de esas grietas con otra parte de hielo denominada desde 2002 como «diente flojo» ya que también parece próxima a desprenderse.
Dadas las dimensiones de «D-28», se hará un seguimiento de sus movimientos a través de imágenes satelitales ya que podría convertirse en un peligro para la navegación.
Según Fricker, este desgarro subraya la importancia de hacer observaciones a largo plazo en la Antártida para comprender el ciclo natural de sus capas de hielo y, de esa manera, diferenciar esos ciclos de otros fenómenos que puedan estar inducidos por el cambio climático.
Fuente: Clarín
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