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100.000 muertos por Covid-19: ¿cuándo se detendrá la cuenta en la Argentina?

El escenario mantiene su rango de incertidumbre por la aparición de nuevas variantes, en especial de la delta, y por el comportamiento social, pero los expertos se esperanzan con que se llegue al verano con una mortalidad mínima.

Si hay algo que reina durante la pandemia es la incertidumbre. Se desconoce con precisión cuánto durará, cómo se dispersará, cuántos fallecidos causará y hasta el estado de salud propio y de familiares; en este y muchos sentidos, el Covid se burló de los expertos. Sin embargo, algunas herramientas, como algoritmos basados en proyecciones de la situación actual, mostraron ser efectivas y la ciencia pudo prever con precisión qué sucedería si no se tomaban las medidas adecuadas. Cuando la Argentina llegó a los 10.000 fallecidos por Covid, a principios de septiembre de 2020, las estimaciones decían que el número de muertos total por la epidemia en el país “podría ir desde la duplicación de los 10.000 actuales hasta un escalofriante 100.000 en el momento en que una o más vacunas empiecen a generar una base de inmunidad en la población durante el primer semestre de 2021”. Nueve meses después, la afirmación se mostró certera: hoy la Argentina cruzó la barrera de los 100.000 muertos por Covid-19.

No es que se tratara de un destino imposible de evitar, pero desde las primeras restricciones a la circulación, que fueron duras en marzo de 2020 y se diluyeron en el tiempo, la estrategia de “convivir con el virus” —adoptada en todo el mundo occidental por una serie de razones diversas— causó que las distintas olas se llevaran una enorme cantidad de vidas “sin sobresaturar el sistema de salud”. De los 100.000 fallecidos, casi la mitad se dieron desde marzo de 2021: el 1º de marzo había 52.077; mayo y junio tuvieron 14.000 y 16.000 fallecidos respectivamente.

Ahora, las vacunas funcionan —incluso más de lo previsto— y se comprueban cambios, entre otros, en la edad promedio y en la cantidad de personas internadas en terapia intensiva por Covid en el país (poco más de 5000 en el momento del cierre de esta nota, versus el pico que rozó los 8000 en junio). Sin embargo, la cuenta total de fallecidos sigue aumentando. Para el Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME, de la Universidad de Washington), en torno al 1º de octubre de 2021, el país llegará a los 120.000 muertos por Covid; es decir, unos 20.000 más en poco más de dos meses y medio. El ritmo baja; la cuenta fatal sigue.

El escenario, pese al dictado de los algoritmos, mantiene su rango de incertidumbre por la aparición de nuevas variantes, por la llegada en especial de la variante delta al país (cuya mortalidad aún está en discusión) y por el comportamiento social, por ejemplo durante las próximas vacaciones de invierno, que no están prohibidas sino desaconsejadas. Los analistas que conocen las especificidades argentinas ven una notable y persistente reducción de los casos graves y hospitalizaciones desde el pico de hace un mes, que obligó a muchos centros de salud a intubar en guardias. “Estamos en un momento donde se acelera la vacunación y es probable que en un par de meses tengamos un porcentaje muy importante de la población y quizá se llegue al 70% y se vacune a más jóvenes, adolescentes y población infantil. Eso tendrá un impacto en la reducción de la mortalidad”, dice Leda Guzzi, infectóloga que trabaja en el Hospital Maternidad de Vicente López y en Swiss Medical.

Hoy la sensación es que se pueden cometer errores, subir la movilidad, y la curva de contagios se mantiene igual o a la baja (siempre en este escenario, porque con delta podría ser distinto). Pero la vacunación avanzó mucho, parece que eso es lo que evita que suban los casos a pesar de las actividades casi normalizadas y el frío”, dice por su parte Jorge Aliaga, experto en datos de la pandemia en el país y exdecano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (hoy en la Universidad de Hurlingham).

Ya no hay 30.000 o más casos registrados por día y los que se registran —dada la vacunación, precisamente— incluso podría ser que no requieran cuidados médicos intensivos, también por los altísimos niveles de vacunación en las edades de mayor riesgo (más del 90% de los mayores de 60 años tienen al menos una dosis). Los fallecidos diarios pasaron de 600 a unos 450 diarios en promedio, y muchos pertenecen a una carga tardía que las jurisdicciones aportan al sistema nacional, apunta Aliaga. “Hay una baja evidente; al menos un tercio de las cargas de ahora es gente que murió antes”, dice.

Estamos mejor; estuvimos peor, y se salvaron alrededor de 20.000 personas por las vacunas aplicadas (esto también surge del análisis de datos): hay caídas en la mortalidad en todas las franjas etarias a medida que llega la vacuna.

Hacia adelante

Más allá de la variante delta y una posible tercera ola por el comportamiento social (reuniones por el Día del Padre, festejos por la Copa América), que mencionó hace unos días el ministro de salud de la ciudad de Buenos Aires, Fernán Quirós, la perspectiva es más bien positiva dentro del desastre, más aún hacia septiembre cuando la estacionalidad ayude. La semana pasada, durante el verano europeo, Madrid tuvo un día en que contó cero muertos por Covid después de dos temporadas durísimas. “No sé si podemos esperar cero muertes como en la capital de España, pero sí puede pasar que lleguemos a ese momento durante el verano con una mortalidad mínima”, se esperanza Guzzi.

“Creemos que la enfermedad, en lo que resta del año, tendrá pequeñas olas de ascensos y descensos, y después pasaremos a una endemia viral que puede ser baja o alta. Implica que continuará dentro de una franja de casos controlables que no producirá una sobrecarga del sistema de salud. Y es posible que desde el año que viene se vea más estacionalidad, como pasa con otros virus respiratorios. Si la vacunación avanza y tenemos cierta inmunidad de rebaño, llegaremos a una situación de endemia”, completa la especialista.

Sin embargo, lo dicho desde el principio, está el espacio que se ganó la incerteza, tal como recalca Ana Victoria Sánchez, infectóloga del Hospital Alemán y miembro de las sociedades de infectología y de terapia intensiva (SADI/SATI). “Es necesario ser muy cautos a la hora de hacer predicciones, porque si algo nos enseñó esta pandemia es que las proyecciones matemáticas y las opiniones de expertos no siempre fueron atinadas, sino todo lo contrario; esta pandemia nos mostró lo impredecible del comportamiento de este tipo de enfermedades. Hoy no podemos asegurar que esas variantes que existen, o que pueden llegar a aparecer, adquieran mecanismos de resistencia a las vacunas con las que contamos”, recalca.

Y, aunque es un escenario, eso aún no sucedió y la perspectiva de cara a la primavera y el verano es la posibilidad de que la pesadilla termine en su fase aguda, y haya que pasar al tratamiento de las secuelas de todo tipo que dejará el Covid, no solo físicas.

La Nación

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